LatinLover Food & Travel Magazine

Visiones de ayahuasca

ArticleBenny Chueca5 Comments

Entrevista a Oscar Naters

Durante 30 años, el grupo Integro, dirigido por Oscar Naters, ha extendido los límites de disciplinas como el teatro, la danza y la performance. Y en esta búsqueda ha ganado reconocimiento en el Perú y en el extranjero. En setiembre, Naters estuvo en Manhattan invitado por la Universidad de Nueva York (NYU) para ofrecer una conferencia acerca de Ino Moxo, montaje que nació de experiencias espirituales mediadas por el ayahuasca, la planta de los chamanes de la Amazonia.

Oscar Naters at Washington Square Park, New York City. Photo by Gonzalo Miñano | ©LatinLover

Oscar Naters nació y creció en el Callao, el principal barrio portuario de Lima, capital del Perú. Procedente de una familia de artistas, a los 17 años se fue con una beca a Rumanía, país que en esos años pertenecía al bloque soviético. Fue para estudiar una carrera técnica, pero allá despertó en él, incontenible, su vocación artística. La pintura, la danza y el cine alimentaron inquietudes de experimentación que, de vuelta en el Perú, lo llevaron a formar en 1984 su propio grupo: Integro.

Durante estos años, Integro ha desarrollado una estética muy particular, difícil de definir en los estrictos términos tradicionales del teatro, de la danza o del performance. Este arte escénico, como lo llama Naters, le ha servido para abordar temas nada fáciles, como la violencia política, el cambio climático o el vacío espiritual contemporáneo. Es un verdadero trabajo de vanguardia. En cuanto a su importancia en el escenario regional, digamos que junto con Yuyachkani es posible que sea el grupo que más ha representado al Perú en el extranjero y que más ha aportado desde este país al enriquecimiento del lenguaje escénico latinoamericano. 

Este año, después de celebrar el aniversario 30 de Integro con la puesta Spirala, Naters vino a Nueva York invitado por el King Juan Carlos Center de la Universidad de Nueva York para el encuentro Proximidades/Distancias. Prácticas escénicas contemporáneas en España y Latinoamérica, donde conversó acerca de uno de sus montajes más recientes: Ino Moxo. Basado en la novela Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la amazonia, de César Calvo, publicada en 1981, esta puesta en escena le valió el premio a mejor director de teatro de la Asociación Iberoamericana de Artes y Letras (AIBAL). Recibir un premio de teatro, dice Naters, “se suma al premio nacional de coreografía, voy sumando premios de diferentes disciplinas. La obra en realidad sí está en la frontera de la danza y el teatro, es un híbrido. Entonces, bienvenido”. El montaje fue resultado también de sus prolongadas investigaciones alrededor del chamanismo realizadas durante más de veinte años en varios países y de las intensas experiencias personales de Naters con la planta llamada ayahuasca, usada por los chamanes de la selva peruana en rituales de conocimiento espiritual. Aprovechamos su visita a NYC para conversar con él de estos temas.  

Marisol Otero, photo by Musuk Nolte | ©Integro

Marisol Otero, photo by Musuk Nolte | ©Integro

Rawa, photo by German Ballesteros ©

Rawa, photo by German Ballesteros ©

- El montaje Ino Moxo está basado en la novela de César Calvo, una novela muy poética. Pero Ino Moxo, el personaje de dicha novela, está inspirado en la historia de una persona real. 

- Su verdadero nombre fue Manuel Córdova. De joven fue raptado por  Ximu, jefe de una tribu Amawaka, para ser su sucesor y poder conseguir armas y defenderse de los caucheros. Lo inician y se convierte en el mayor conocedor de las plantas medicinales de la selva Amazónica. Luego de siete años escapó después de que en una de las ceremonias de ayahuasca vio que su madre estaba agonizando.

- ¿Cuando dice que “vio” se refiere a que tuvo una visión gracias al ayahuasca?

- Exacto. Regresa a Iquitos y se convierte en un maestro muy respetado. Luego trabaja para una compañía norteamericana dándoles información sobre las plantas. Hace un gran catálogo de las plantas y sus efectos, pero este se pierde, me parece, en un archivo del Jardín Botánico. Permanece en Iquitos y fallece después de varios años.

- Usted conoció personalmente a César Calvo, ¿no? Él fue reconocido como poeta y compositor.

- Sí, lo conocí en los años 80, a partir de una invitación que me hacen para un homenaje a la cantante Chabuca Granda. Elegí una canción que le hizo a Javier Heraud, le quité la música de Chabuca, le puse otra música, si se quiere, minimalista, e hice una ceremonia coreográfica. Le pedí a César que grabara el texto. Así colaboramos. Y César era multifacético. Pero recién hace unos cuatro años retomé la lectura de Las tres mitades de Ino Moxo… y con la experiencia que ya tenía con el ayahuasca, sentí que era el momento para abordar la novela en escena.

- ¿Por qué regresó al texto de Ino Moxo? Lo pregunto porque la selva parece un lugar permanentemente asediado por la violencia. Usted mencionó, en el caso de Ino Moxo, a los caucheros. Ellos, extractores del caucho, al comienzo del siglo XX, eran esclavistas belicosos y terriblemente violentos. Y hoy sigue habiendo enfrentamientos armados entre las fuerzas del gobierno y los indígenas. Estas peleas por petróleo dejan muertos en pleno siglo XXI.

- Sí. Esa es la causa en realidad. Mi interés por la temática ambiental la estamos plasmando desde hace años con otras obras. Desde que fuimos a México en el 89 y sentimos la contaminación de la Ciudad de México, empezamos a hacer obras al respecto, como Gaia.0. Allá, los pajaritos caían muertos en los parques. En Ino Moxo hay un fragmento en el que uso la voz de una mujer awajún que se queja del que era presidente del Perú cuando se produjo el llamado Baguazo (enfrentamiento violento entre la policía y comunidades indígenas en la selva ocurrido en 2009 en el que murieron 33 personas, policías y nativos). Lo llama terrorista, porque en estos temas los verdaderos responsables no reciben ningún castigo. Igual, los verdaderos culpables de los asesinatos de los policías no han sido encontrados.

- ¿Dónde comenzó su investigación sobre las prácticas chamánicas?

- Desde México se extendió por la India y por el Perú sobre todo. Llegamos a la India por una beca que ofrecía Mallika Sarabhai, una célebre actriz y bailarina que participó en El Mahabharata, de Peter Brook. Ella hizo un centro de investigación de danza y teatro llamado Darpana, en Ahmedabad, en el noreste de la India. Y estuvimos seis meses allá para dirigir una obra con actores y músicos de la India. Poco a poco la convencí de ir con Ana Zavala, mi compañera todos estos años y sin la cual hubiera sido muy difícil que INTEGRO continúe hasta la fecha. Fue una experiencia increíble. Y el proyecto era investigar paralelos entre el chamanismo del Perú y la India.

Ana Zavala, photo by Musuk Nolte | ©Integro

Ana Zavala, photo by Musuk Nolte | ©Integro

Francesca Sissa, photo by Musuk Nolte | ©Integro

Francesca Sissa, photo by Musuk Nolte | ©Integro

- ¿Qué vasos comunicantes encontró entre las experiencias de la Amazonia, Centroamérica, India?

- Recorrimos la India y descubrimos una serie de coincidencias rituales que tenían características parecidas. Hasta habían algunas palabras de sentidos similares en aymara, quechua y sánscrito. Era interesante. Porque son cuestiones previas al hinduismo, son ceremonias antiquísimas, trances, sacrificios y peregrinajes. En México hice algunas ceremonias de peyote e hice algunos recorridos. Uno entiende que hay rituales con características similares. Y que se repiten con relación a la rueda de transformación, que es otra iniciación que más adelante fui invitado a hacer. Ayunos radicales de 4, 7, 9 y 13 días, en la montaña, en soledad, a la intemperie. Esto es en el Perú pero se hace desde miles de años en la India. Y lo hacían los Lakota también. Y hay otro formato celta. Es algo que ha existido siempre y que funciona como iniciación.

- ¿Cuándo comenzó con el ayahuasca y por qué?

- Comencé hace 25 años, gracias a uno de mis maestros, Alonso del Río, que editaba la música de mis primeras obras. Él tenía un estudio de grabación y en esa época –yo no lo sabía– ya estaba iniciándose. Luego se ha convertido en un maestro muy respetado. Tiene un centro en el Cusco. Tiene varias hectáreas en la selva donde ha creado un centro para sembrar plantas, como ayahuasca. Él me invitó porque tenía confianza. Me invitó como una forma de sanación, como forma de autoconocimiento, y como experiencia también. La planta la da a uno la posibilidad de ingresar en sí mismo, de conocerse, de perdonar, de conectarse con su familia, sus abuelos y, luego, preguntar. La planta responde. Pero uno también puede meterse en situaciones más complicadas. Depende de lo que a uno le toca y cómo se encuentre. También he tenido experiencias con otros maestros, Mateo Arévalo es de Pucallpa, de una familia de maestros. Luego, Antonio Barrera, de Iquitos. Y en Ino Moxo está Rawa, también de Pucallpa. Es un joven chamán, hijo de un maestro muy conocido. Hace unos ícaros dulcísimos que están en la obra.

- ¿Qué son ícaros?

- Son los cantos amazónicos que acompañan las ceremonias, que son recibidos personalmente por cada chamán durante la experiencia chamánica. Que es lo mismo que le pasa a César Calvo cuando escribió el texto. Él dice que la escribió como sonámbulo en una ceremonia de ayahuasca y que el propio Ino Moxo le dictó todo el libro. Yo le creo. Para la obra seleccioné algunas frases que están dentro del libro mismo, como en el aire. Dentro del ayahuasca algunos maestros pueden leer todo en el aire. Y se capta a partir de la energía. Las mujeres también reciben ícaros que son dibujos y que están relacionados con la naturaleza.

- Lo que dijo de perdonar y de volver a la familia. Esa es una visión madura de la vida. Tratar de resolver las cosas importantes que son las que van a acompañarlo a uno en forma de sonrisa o lágrima hasta el final.

- Exactamente. Son experiencias que otros resuelven mediante el psicoanálisis pero que de esta manera, con el ayahuasca, también puede ir uno resolviendo. Es clarísimo. Uno puede conectarse con ellos. 

- ¿Cómo logra una estética, un lenguaje escénico?

- Yo trabajo a partir de cuadros. Voy elaborando cuadros y los voy reordenando. Y esto puede suceder hasta un día antes del estreno. Y eso lo he ido viendo con más claridad en los últimos años, en los cuales voy descubriendo haciendo, por error. Ino Moxo fue también estructurada en cuadros o segmentos a los que fui encontrándoles la sonoridad visual, digamos, y la duración específica para cada uno de ellos. Cada cuadro contiene su propia composición espacial, audiovisual y lumínica. Hay una simultaneidad de imágenes. Se trata de encontrar un ritmo interdisciplinario preciso para que pueda ser eficaz. En esta obra no existe una dinámica de movimiento del cuerpo, hay más bien una permanencia, un control de la energía, que hace que lo se mueva (interiormente) sea el espectador.

- En los treinta años de Integro, ¿siente que la percepción de las nuevas generaciones comparada con la de las anteriores es diferente respecto a la interdisciplinariedad de su trabajo? Porque el rechazo a esa creatividad, más allá de los canales tradicionales, le costó al Perú que Jorge Eduardo Eielson abandonara el país.

- Es curioso porque en una entrevista que le hizo Ribeyro, él decía algo como “hice performances y no soy performer, he escrito poesia y no soy poeta, he hecho música y no soy músico…”. Y llega a la conclusión: “no soy nada”. Claro que eso tiene que ver también con su posición budista. Pero esa interdisciplinariedad a veces es malentendida. Entienden que uno no sabe expresarse, que no sabe decidir. Y Lima sigue siendo conservadora en ese sentido: necesitan las cosas explicadas, quieren que les digan exactamente qué van a ver y qué significa lo que ven. Y todos salen con la misma idea. Yo lo que busco es lo contrario, que cada espectador tenga su propia lectura. Lo que hay que hacer es crear las condiciones para que se produzcan estas lecturas intensas pero personales de lo que uno está proponiendo.

Oscar Naters, Greenwich Village-New York City. Photo by Gonzalo Miñano | ©LatinLover

Oscar Naters, Greenwich Village-New York City. Photo by Gonzalo Miñano | ©LatinLover